sábado, 1 de septiembre de 2012

Costa del pacífico

Risas y gritos, ja jajajajaj, no podía parar de reírme y me caían lagrimas. El mar estaba bien bien bravo y la lancha corría a gran velocidad. Subimos la ola y de golpe , pumbaaa,caemos de nuevo y yo grito y vuelvo a reírme sin control alguno. Asi durante 1 hora de trayecto para finalmente llegar a Juanchaco, un destartalado pueblito del Pacífico, bien acogedor, de gentes  relindas, donde reina e impera la humildad. Aquí los paisanos son de pieles bien oscuras y de amables miradas, la pasan tranquila sin mucho ajetreo y los niños disfrutan del jugar largas horas al día por las calles.
Somos las únicas pieles blancas del lugar pero esta vez pasamos desapercibidas, una sensación bien extraña pero bien agradable. La ballenas entretienen y emocionan nuestras tardes mientras el dia lo pasamoes entre paseos, arena, olas, juegos e interesantes conversaciones con los paisanos. Amables y desinteresados muchachos nos comparten su realidad.

El único problema del lugar es la inmensa presencia de militares, que representan velar por la seguridad del pueblo pero bajo mi vivencia no hacen mas que molestar y romper la belleza del lugar. Miradas repugnantes, palabras y gestos molestos toca recibir al pasar próxima a ellos. Aqui las muchachas, sorprendentemente, parece gustarles su presencia y son bastante valorados por sus uniformes. UNa gran pena la verdad...

La pasan jugando a diferentes juegos pero todos bajo una apuesta de dinero ficticio

Hoy pasee por los pueblos colindantes, agarre una moto con Andres, un paisano del lugar, y me dejo en la carretera de la loma puesto que el paso era imposible por los aguaceros de la noche pasada. Caminé en dirección al mar y de pronto se abre ante mi una inmensa playa de arena negra desierta de seres humanos, apenas los cangrejos eran los únicos que habitaban el lugar.

Quedé dormida en la arena bajo ese fuertísimo sol hasta que una ola se me lleva por delante en una inesperada refrescada. Había subido la marea. Fue entonces cuando vi aparecer las primeras almas, tres muchachos del lugar que se dirigían hacia Juanchaco y me invitaron a compartir camino.


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